Se suele asociar la fiebre con el invierno y las bajas temperaturas, pero en realidad no es un fenómeno exclusivo de esa estación.
Por el contrario, no es raro que un estado febril aparezca también en verano.
Las causas pueden ser diversas y es importante identificarlas para poder intervenir a tiempo, combatir eficazmente la fiebre y volver a disfrutar de esta temporada con tranquilidad.
Causas de la fiebre en verano
- Infecciones virales o bacterianas
- Golpe de calor
- Reacciones alérgicas
- Intoxicaciones alimentarias
Infecciones virales y bacterianas
Aunque los resfriados y la gripe son más frecuentes en invierno, nunca desaparecen por completo y pueden presentarse también en verano.
El motivo es sencillo: con el buen tiempo las personas suelen socializar más, asistir a reuniones y pasar más tiempo en compañía, lo que aumenta la exposición a virus y bacterias.
El resultado puede ser un resfriado o una gripe, que a su vez provocan fiebre.
Golpe de calor
En los días muy calurosos es fundamental evitar la exposición prolongada al sol o permanecer en ambientes con condiciones climáticas extremas.
El golpe de calor es una condición que puede ser grave y que provoca fiebre alta, malestar general, sudoración excesiva, mareos y otros síntomas.
Para prevenirlo, conviene evitar lugares hostiles, vestir ropa ligera y mantenerse siempre hidratado bebiendo agua regularmente a lo largo del día.
Reacciones alérgicas
Aunque las alergias a pólenes y otras sustancias irritantes son más comunes en primavera, también pueden prolongarse en verano.
En personas más sensibles, estas reacciones pueden desencadenar fiebre y síntomas similares a los de la gripe.
Intoxicaciones alimentarias
En verano aumentan las actividades al aire libre y muchas comidas se consumen en condiciones menos seguras desde el punto de vista higiénico.
Barbacoas y pícnics son momentos agradables, pero la conservación y manipulación inadecuada de los alimentos puede favorecer el crecimiento de bacterias y provocar intoxicaciones alimentarias.
Además de síntomas gastrointestinales, estas también pueden estar acompañadas de fiebre.
Cómo combatir la fiebre en verano
- Mantenerse hidratado
- Seguir una alimentación sana y equilibrada
- Vestir ropa ligera
- Permanecer en lugares frescos y evitar la exposición directa al sol
- Descansar adecuadamente
- Tomar fármacos antipiréticos (si lo indica el médico)
Mantenerse hidratado
Fiebre y deshidratación suelen estar relacionadas, ya que una puede ser causa de la otra.
Cuando el organismo está muy deshidratado, puede perder la capacidad de regular la temperatura interna. Por otro lado, cuando ya hay fiebre, la sudoración excesiva favorece la pérdida de líquidos.
Por ello, en verano es esencial beber mucha agua y líquidos adecuados, como zumos naturales sin azúcar añadido, té frío o bebidas isotónicas.
Es mejor evitar refrescos azucarados y bebidas alcohólicas, que aumentan la deshidratación.
Seguir una alimentación sana y equilibrada
Una dieta rica en frutas, verduras y alimentos ligeros ayuda al sistema inmunitario y favorece la recuperación.
Vestir ropa ligera
Lo ideal es llevar prendas cómodas, transpirables y de colores claros, que ayuden a mantener la temperatura corporal bajo control.
Se deben evitar los tejidos sintéticos, que retienen el calor y dificultan la evaporación del sudor.
Permanecer en lugares frescos y evitar el sol
Si se tiene fiebre, es mejor refugiarse en la sombra o en interiores ventilados o con climatización, en lugar de exponerse directamente al sol.
Descansar adecuadamente
Aunque en verano aumenta la actividad social, si se tiene fiebre es fundamental reposar y dormir lo suficiente, para que el cuerpo se recupere de la causa subyacente.
Tomar fármacos antipiréticos
Si la fiebre persiste o se acompaña de otros síntomas como dolor de cabeza intenso o dificultad para respirar, es necesario consultar a un médico.
Este puede recetar antipiréticos como paracetamol o ibuprofeno.